lunes, 10 de noviembre de 2008

Día 12, Hasta pronto Tokyo, Hola Hokkaido!!


Día 12 de Octubre

Nos levantamos temprano ya que hoy era el día que nos trasladábamos de Honshu (la isla central de Japón) hacia Hokkaido (la isla del Norte). El plan era visitar Sapporo quedándonos a pasar una noche allí y después trasladarnos hacia Obihiro (al este de la isla) para quedarnos varios días en casa de Yasuyo.
Cargamos nuestras maletas de bastante ropa de invierno ya que nos habían puesto en sobreaviso del tremendo frío que suele hacer en Hokkaido.
Salimos hacia el aeropuerto de Haneda, pero antes nos despedimos de toda la familia Okada haciéndonos una foto familiar con Haruka entre nosotros ya que su padre insistía en querer tener una foto de su hija con extranjeros.
Tomoko nos acompañó hasta la parada de autobús para que nos llevara hacia la estación de Mitaka. Nos quedaba un largo viaje en tren, ya que desde Mitaka hasta el aeropuerto iríamos en tres trenes. Los cogimos todos sin ningún tipo de problema pero el cargar con maletas y el portátil nunca es agradable.
Llegamos al aeropuerto y lo primero que hicimos fue facturar las maletas. Como íbamos con Yasuyo, no teníamos ningún tipo de problema para hacernos entender pero pensamos que no a la vuelta no sería igual ya que volvíamos los 3 solos.
Al facturar nuestros equipajes le hicieron ver a Julio que una de las pequeñas patitas que tenía su maleta no estaba, y le hicieron firmar un papel con su conformidad de que se facturaba la maleta así, para después no reclamar.
Después pasamos los pertinentes controles y ya embarcamos en nuestro avión. Al subirnos tuvimos que esperar más de lo normal en poder despegar ya que el piloto informó de que esperaba que le dieran pista pero la afluencia de aviones era tan grande que debíamos esperar un poco. A la media hora, ya sí despegamos rumbo a Sapporo, la capital de Hokkaido.
Tras un viaje más bien cortito llegamos al aeropuerto de Sapporo y recogimos nuestras maletas, pero para salir con ellas teníamos que mostrar nuestra tarjeta de embarque para que comprueben que efectivamente, la maleta que te llevas, es la tuya. Eso es algo que sólo he visto que se haga en Japón...
Cogimos desde el aeropuerto, el tren que nos llevaba hacia la estación de trenes e inmediatamente fuimos a buscar nuestro hotel que estaba justo enfrente de la estación. El hotel era bastante nuevo y limpio. Todavía no podíamos subir a nuestras habitaciones pero aprovechamos para deshacernos de nuestras maletas por un tiempo. Esta sería la única estancia en este mes que pagaríamos y tampoco es que nos costara muy caro: 5.500 yenes, incluyendo desayuno.
Tras dejar las maletas fuimos a comer que ya había hambre. Buscamos algún restaurante en el centro comercial que había en la estación de trenes y allí encontramos un buen sitio que estaba bien de precio y podíamos comer todos. Dani y Julio comieron pescado -Nishin- y Yasuyo y yo pedimos el mismo menú, que incluía Sopa de Miso, pudding y Udón, pero el de ella Magurodon -arroz blanco con Atún- y el mío era Tendon -arroz blanco con Tempura-. Después de comer bastante bien, fuimos al hotel para subir ya las maletas y ver un poco cómo serían nuestras habitaciones. Paseando por el centro comercial pasamos por un local donde estaban emitiendo el Gran Premio de Japón de F1 y vimos cómo Alonso había conseguido ganar esa carrera, aplaudimos su victoria.
Llegamos al hotel, pedimos nuestras llaves y subimos a nuestras habitaciones. Estaban bastante bien. Suficiente espacio, muy limpias, y con un buen televisor y algo importante en un viaje al extranjero: conexión de internet. También tenía un yukata -kimono de verano- para poder usar durante la estancia en el hotel. Ya-chan aprovechó para cambiarse de ropa y después fuimos a dar una vueltecita por Sapporo.
Nadie conocía la ciudad así que pensamos en ir a un punto de información para turistas para que nos dieran un mapa y nos aconsejaran sitios interesantes y bonitos para ver. Tras señalarnos varios sitios en el mapa y elegir nosotros la ruta a seguir, visitamos el ayuntamiento antiguo de esta ciudad que es uno de los lugares típicos para ver donde había una gran cantidad de cuervos bastante grandes.
Dani, Julio y yo, posando con el antiguo ayuntamiento de fondo
Después visitamos el edificio símbolo de la ciudad que como nos contó Yasuyo era una antigua escuela. Seguimos nuestra ruta y vimos la Torre de Televisión que nos recordó bastante a la famosísima Torre de Tokyo. La siguiente parada era una calle de tiendas famosa en Sapporo, pero en el camino encontramos un Book Off que aparte de lo barato que suelen ser ese día era especial y hacían un 10% de descuento al precio que ya tienen, así que hicimos una pequeña parada donde compramos varias cositas y Dani se pensaba que vendían Playstation 3 a 10.000 yenes de segunda mano, pero después descubrimos que ese era el precio al que las compraban. Seguimos andando y esta vez nos topamos con un Game Center al que entramos para echar unas partiditas sobre todo al Street Fighter IV donde Julio fue capaz de ganar varias partidas a algunos japoneses. También fuimos a jugar al billar pero al bajar y ver que era demasiado "profesional" descubrimos que era demasiado caro (300 yenes por persona, para media hora) para lo que queríamos, así que lo dejamos pasar. Eso sí, el sitio era muy chulo.

Bonita vista de una de las calles de Sapporo con Yasuyo, Dani y Julio posando

Ya sí nos fuimos, y andamos hasta la calle de tiendas donde busqué la sudadera de la selección japonesa que me arrepentí de no comprar en Harajuku pero no pudimos encontrarla. Después de bichear algunas tiendas decidimos ir a cenar y esta vez tocaba McDonald's. Yo como siempre opté por la opción japonesa y me compré un menú con hamburguesa Teriyaki. Julio y Dani se pidieron varias hamburguesas normales, y Yasuyo enseñó un ticket de descuento que tenía el móvil y por el cual le rebajaron un poco el precio del pedido que hizo.
Después de cenar volvimos al hotel y en el camino de vuelta entramos en una de las maravillosas tiendas de 100 yenes donde compramos varias cosillas y un llavero luminoso con el nombre de Haruka para regalar a sus padres. Volvimos a ver la Torre de Televisión que iluminada de noche parecía un árbol de Navidad y el edificio-símbolo de la ciudad que tenía un foco tan grande que parecía el de la llamada para Batman.


Esperando la llegada de Batman

Al llegar a la estación aprovechamos para comprar los billetes de tren con trayecto Sapporo-Obihiro (ida y vuelta) que nos costaron 12.100 yenes.
Volvimos al hotel, nos pusimos los Yukatas con los que nos hicimos fotos, escribimos unos cuantos mails y nos acostamos no muy tarde que al día siguiente nos quedaba un buen viaje en tren que nos llevaría hacia Obihiro, la ciudad de Yasuyo.


Posando con los yukatas del hotel

jueves, 23 de octubre de 2008

Día 11, En el aire

Día 11 de Octubre

Nos despertamos y desayunamos en nuestro sitio, junto a Tomoko y Yasuyo. Dani, Julio y yo queríamos ir a Manga Kissa マンガキッサ para conectarnos a Internet ya que en el sitio donde nos quedamos sólo tenemos Internet a ratos. Gracias a un mapa hecho por Tomoko, sabíamos ir hacia la estación de Mitaka 三鷹 y supusimos que cerca de allí debería haber algún cybercafé, así que sin guía japonesa, nos fuimos los tres en busca del preciado sitio.

Muy cerca de la estación había una cabina de información turística, así que allí fue donde preguntamos si había algún sitio cercano donde poder conectarnos a Internet, nos atendió un hombre muy amable que nos preguntó de donde éramos y nos remitió a su compañera que nos acompañaría hasta la misma puerta del cybercafé. En el camino estuvimos hablando con ella, y nos contó que había estado en España unos diez días y que le pareció un sitio muy bonito y excitante. También nos preguntó que después de Tokyo 東京 donde íbamos, le dijimos que a Hokkaido 北海道, y haciendo de madre nos dijo que con la ropa que llevábamos no se nos ocurriera ir, que nos abrigáramos. Ya llegamos al cyber, nos despedimos de la señora amable y subimos las escaleras que nos llevaban al local. Al entrar, nos preguntaron si éramos socios, le dijimos que no y nos pidieron documentación para hacernos el carnet. Mientras nos preparaban los carnets nos comentaron que la primera media hora era gartis, también podiamos consumir bebida gratis mientras estuviéramos allí y además podíamos usar las duchas que tenían, libros, manga y revistas por si queríamos leer algo. El sitio que nos dieron era muy cómodo y grandecito. Tenía una puerta para entrar y una lateral que conectaba con los de los otros dos. De monitor tenía un televisor de pantalla plana de unas 32 pulgadas, una pasada vamos. El sitio era tan cómodo que mucha gente lo usa como habitación para dormir. Estuvimos media hora y por lo tanto no pagamos nada.
A las 2 estábamos en la estación de Mitaka ya que habíamos quedado con Tomoko y Yasuyo para ir a Yurakuchô donde habíamos quedado con Akiko. Al llegar allí las niñas querían ir a dar una vuelta sola, así que decidimos separarnos para quedar después a las 4 en el mismo sitio.
Al quedarnos solos lo primero que hicimos fue comprar unos pescaditos de dulce rellenos de crema, había gran variedad donde destacaban los de chocolate y anko -judía roja-. Aplaudimos la gran habilidad del hombre que hacía los pescaditos que grabamos en vídeo y él nos respondió sonriendo, y compramos una bolsita con 16 pescaditos.
Los pescaditos en cuestión
Con la bolsita de pescaditos nos dispusimos a dar una vueltecita no muy lejos del sitio donde habíamos quedado por que no teníamos mucho tiempo, y al cruzar una de las esquinas nos topamos con una agradable sorpresa, sobre todo para mí. Nos encontramos una estatua de uno de los grandes de la industria cinematográfica japonesa: el gran Godzilla. Charlando con él, nos contó que era bético, así que hicimos la fotito en cuestión.


Godzilla contento de poder posar con la bandera de su equipo

En esa misma plaza pudimos ver en el suelo que había mano de gente famosa y encontramos algunas curiosas como la de Sylvester Stallone, Tom Cruise o Jackie Chan. Después de hacernos varias fotos con las manos, seguimos dando nuestro paeso y vimos una especie de Festival de las Naciones que había en un parque cercano -después resultó ser un festival de transporte ferroviario que celebraba su 15º edición-.

Volvimos al sitio donde habíamos quedado con el grupito femenino y dijimos de ir al festival del parque para ver qué era. Ya pudimos ver de lo que era y justo en ese momento comenzaba un concurso familiar en el que participaba un niño con uno de sus padres, Dani y yo hicimos todo lo posible por ser de la partida pero no fue posible.

Seguimos con el paseo y pasamos por al lado de un hotel muy lujoso -Hotel Imperial- en el que entramos para ver cómo era por dentro. Recorrimos todo la parte baja del hotel y flipamos cuando vimos que te cobraban 10.000 yenes por una tarta y 3.000 yenes por una merienda de un té con un par de pastelitos. Salimos de allí y nos topamos con una cámara de la TBS -canal de televisión de Japón- que estaba grabando entrevistas por la calle para un programa especial de fin de año muy famoso en Japón, que se llama Anata No Yume あなたの夢 -Tu sueño-. Este programa va grabando a gente por la calle pregutándole cuál es su sueño para conceder algunos por fin de año. Empezaron a preguntarle a Akiko y ella quería que nos grabaran, y le preguntaron a Akiko que de dónde éramos, y respondimos en japonés que éramos españoles. El entrevistador sorprendido empezó a preguntarle a Julio haciéndole una entrevista bastante larga, a mí también me preguntó pero fue más corta la entrevista. Para finalizar le preguntó a Julio qué sitio le gustaba de Japón y le respondió que los karaoke así que le pidió que cantara y nos animamos con el Opening de Saint Seiya. Aquí acabó nuestra entrevista que nos agradecieron regalándonos unos bolígrafos del canal de televisión y tomándole los datos a Akiko para si finalmente salimos en el programa, avisarla para vernos. Yo estoy totalmente convencido de que saldremos en el programa, esperemos que así sea.

Después de la entrevista dimos un paseo por Ginza y pasamos por un Game Center donde paramos a echar un par de partidas y las niñas a hacerse Puri Kuras -fotos pegatinas-, para hacer tiempo hasta la hora que habíamos quedado con Chisato.

Cuando llegó la hora fuimos al sitio donde habíamos quedado con ella y ya fuimos a cenar a un buffete de Yaki Niku 焼肉 -carne a la plancha-, donde además de todo tipo de carne había también helados, sushi, sashimi, gyoza, gofres, takoyaki, sopa, etc etc. Abusamos sobre todo de la carne aunque yo también di buena cuenta del sushi que había. Para terminar, helados, café y pasteles.

Todos reunidos delante de las planchas

Terminamos de comer y con la barriga llenísima, dimos un paseo para bajar algo la comida. Pasamos por al lado de un Don Quijote -cadena de tienda barata y muy famosa en Japón-. Después de dar una vuelta por la tienda y comprar un par de cosillas, despedimos a Chisato y fuimos los que quedábamos a un Karaoke. En la entrada del Karaoke había un poco de jaleo y era un grupo de japoneses borrachos chillando, nada importante.

Estuvimos una hora dentro del karaoke cantando y bebiendo algo. Julio como siempre, se flipa demasiado cantando.

Salimos y vimos algunos edificios muy bonitos de esta parte de Tokyo, sobre todo de noche. Ya nos dirigimos a la estación y allí despedimos a Akiko que había sido una gran anfitriona ese día. En la estación vimos a un japonés muy borracho que nos recordaba demasiado a cierto profesor de la serie GTO.

Uno de los edificios más famosos de Ginza

Volvimos en tren con Yasuyo y Tomoko pero para volver a casa de Tomoko ellas volvieron en bici ya que las tenían aparcadas cerca de la estación y nosotros teníamos que volver andando. Pensamos en pasar la noche en el MangaKissa que tanto nos había gustado por la mañana pero al día siguiente teníamos que partir hacia Hokkaido.

Llegamos sin problema a casa de Tomoko, preparamos las maletas, dejamos las más pesadas en Tokyo y nos acostamos sabiendo que al día siguiente iríamos al norte de Japón.

jueves, 16 de octubre de 2008

Día 10, El castillo ambulante de Roppongi


Día 10 de Octubre

Esta mañana la teníamos libre ya que a mediodía llegaba Ya-chan de Hokkaido y por la tarde íbamos al Museo Ghibli, así que propuse de ir a Asakusa para ver el templo enorme que hay allí.

Como siempre, desayunamos y nos dirigimos hacia la estación esta vez en autobús. Cogimos el tren hacia Asakusa y al llegar allí nos ofrecieron una ruta turística montados en un Jinrikisha -carro tirrado por una persona-, pero entre que no nos hacía especial ilusión y que ya hay que ir mirando un poco el tema monetario, declinamos la invitación del muchacho.


Este es uno de los famosos Jinrikisha

Justo al lado estaba la famosa KaminariMon -puerta del trueno- que estaba custodiada por dos guardianes llamados Fûjin -Dios del viento- y Raijin -Dios del rayo-, por la que entramos y pudimos ver la hilera de tiendas que llevaban hasta uno de los templos más famosos de todo Japón, el Sensô-ji, un templo que tiene más de 1300 años de antigüedad.


Bicheamos por las tiendas -especialmente yo- y después visitamos el templo que impresiona mucho por lo grande que es y por la cantidad de turistas que allí se encuentran. Tomoko aprovechó para purificarse con el agua y el humo del templo -hay video que lo atestigua- aunque tuvo cierto problemilla con la varilla de incienso.


La llegada al templo Sensô-ji

Sin duda, es una de las visitas obligada para todo el mundo que vaya a Tokyo.

Después de comprar varias cosillas, sobre todo algunos encargos, y visitar el templo por dentro, decidimos ir a comer ya que teníamos hasta las 3 para después recoger a Yasuyo. Tomoko buscó algún sitio de Ramen -sopa de fideos- y Chahan -arroz frito-, y encontramos uno que era barato pero según Tomoko tenía pinta un poco cutre y no se fiaba mucho, pero le dijimos que seguro que estaba bueno, y efectivamente así fue. Comida muy rica aunque el sitio por dentro no era de lo mejor que se puede encontrar jajaja Julio, volvió a ir a a comer un McDonald's.

Habiendo repuesto energía ya sí fuimos a recoger a Yasuyo para ir directamente al Museo Ghibli ya que teníamos que entrar antes de cierta hora. Al llegar al sitio donde estaba Ya-chan, saludos, mucha alegría y presentación ya que Dani no la conocía. Mientras nos dirigíamos hacia el Museo andando, nos pusimos un poco al día con Ya-chan.

Llegamos al Museo al poco tiempo de ir andando y allí nos hicimos foto con el Totoro de la puerta de entrada.

Con Totoro de fondo y mostrando las entradas para el Museo

Entramos, y nos dieron un fotograma de una película de Ghibli, que después sirve como entrada para la sala de proyecciones que hay en el Museo y poder pasar a ver un corto exclusivo del estudio de animación. Hay varios cortos y depende de la fecha en la que vayas ponen uno u otro corto. A nosotros nos tocó uno que se titula "Kujiratori" -Caza de ballenas- y duraba 16 minutos. No es de lo mejor que han hecho estos genios de la animación pero se deja ver y entretiene. Ya en el museo en sí, vimos unas pantallas con unos cortos cíclicos -no terminan, siempre enlazan el principio con el final- y una parte que me encanta que son una serie de muñecos que siguen un movimiento y con unos efectos de luces parecen que se muevan de verdad. Alucinante. También vimos el NekoBasu -Gato Bus de la película Mi vecino Totoro- de peluche enorme al que solían podían subirse los niños, las dos tiendas del Museo y por supuesto, el robot gigante de la película El castillo en el cielo. A las 6 nos hicieron abandonar amablemente el recinto ya que cerraba a esa hora pero nosotros en principio pensábamos que la hora de cierra era a las 7, así que nos faltó algunas cosillas por ver.

Julio y yo, haciendo un face to face al robot gigante

Tras la visita por el Museo volvimos a casa de Tomoko, pasando por el parque donde hemos conocido a Wajima y nos encontramos otra agradable sorpresa: el NekoBasu existe de verdad. Tenemos pruebas feacientes de ello.


El genuino NekoBasu posando para nosotros

En el camino nos encontramos con otro animal muy particular, un perro pequeñísimo y muy gracioso que no era más grande que una mano nuestra. Ya sí llegamos a casa de Tomoko y decidimos quedar tras hora y media para poder ducharnos y arreglarnos para salir de marcha por Roppongi.

Nos disponíamos a ducharnos y ponernos guapetones cuando Tomoko vino a nuestro sitio para ofrecernos un poco de Sukiyaki que había sobrado en su casa. Ni Dani ni Julio querían y yo, como buen amante de la comida japonesa, dije que sí esperando que me diera un tupper ware o un plato con el famoso Sukiyaki, pero tras enseñarme toooda su casa por dentro, me llevó al salón y allí estaban Yasuyo y el padre de Tomoko esperando para comer todos juntos. El Sukiyaki es una comida muy familiar y muy famosa en Japón que consiste en poner en el medio de la mesa, una especie de hornillo con una fuente metálica encima donde se va poniendo Udón -fideos gordos hechos de trigo-, carne, verdura, salsa,... El encanto de esta comida es que no se hace toda de una vez, si no que se va haciendo poco a poco, según se vaya comiendo y lo que vaya queriendo comer el personal. En un ambiente muy familiar y cómodo, comimos junto al padre de Tomoko que seguía haciendo bromas como siempre. Después de cenar, intenté hacerme una foto con Haruka ya que el padre de Haruka y cuñado de Tomoko quería tener una foto de su hija con extranjeros, pero fue imposible por el llanto de la niña al acercarme a ella. Pobrecita. Decir que el padre de Haruka -al que todavía no hemos podido conocer en persona-, sabiendo de mi frikismo por Saint Seiya -Los Caballeros del Zodíaco- me regaló un libro de esta serie que es una guía de las figuras que han salido a la venta y que colecciono. Un auténtico detalle que agradezco muchísimo.

Junto a Yasuyo y al padre de Tomoko, mostrando el Sukiyaki que habíamos comido

Ya sí fui a nuestro sitio para poder ducharme y arreglarme para salir de marcha por la noche tokyota. Decidimos ir a Roppongi que es el sitio más famoso de marcha, aunque también al que van más turistas para salir, Amir el amigo de Julio, nos recomendó Shibuya ya que era más japonés, pero bueno, eso intentaremos que sea otra vez.

Tomoko avisó a su amiga Yuriko ya que vive cerca de Roppongi y conoce mejor la zona para saber dónde podíamos ir. Intentamos primero en un pub que había masividad de personas y las bebidas eran un poco caras por lo que abandonamos el sitio al poco de llegar. Lo que nos llamó mucho la atención es que por esta zona hay muchísimos negros que se acercan a tí ofreciéndote sitios de marcha de varios tipos, pero eso sí, siempre eran negros, nunca japoneses, algo curioso la verdad. Nosotros seguíamos nuestro paseo buscando algún sitio donde entrar y echar un ratito hasta que dimos con Gaspanic, uno de los locales más famosos de esta zona. Subimos las escaleras para entrar y nos sentamos en la zona habilitada para eso, para tomar algo. Todos pedimos menos Julio que no bebe alcohol ni bebidas con gas, pero nos dijo el chico que nos atendía -que se apuntaba lo que pedíamos en la palma de la mano- que no se podía estar sin consumir. Al final transigió regalándole una bebida a Julio -que acabó tomándose Tomoko- para que todos estuviéramos con consumición y poder estar allí.

Entrada del local donde echamos un buen rato bailando

Mientras estábamos sentados charlando, con la música y el ambiente yo tenía ganas de bailar y al rato Tomoko y Yuriko dijeron de ir a la pista a bailar. Yasuyo estaba muy cansada y Julio no le gusta este tipo de música, así que esperaron en la barra, mientras Dani, Tomoko, Yuriko y yo, bailábamos todo lo que pusieran, aunque no nos gustara. Pasamos muy buen rato pero tuvimos que irnos antes de lo que hubiéramos querido porque el últimos tren pasaba sobre las 12:30 y si no, tendríamos que esperar a las 5 de la mañana. Nos fuimos con pena, sobre todo Tomoko que estaba en su salsa.

Fuimos a la estación, nos despedimos de Yuriko y cogimos un par de trenes que son los que nos llevarían a la estación de Mitaka para volver a casa a descansar ya que al día siguiente visitaríamos Ginza -el barrio caro de Tokyo- junto a Chisato y Akiko.

Día 9, Frog Jump

Día 9 de Octubre


Como el día anterior volvimos a desayunar tostadas con café y zumo en casa de Tomoko y pudimos conectar a Internet en su cuarto pero sólo un rato ya que el portátil se quedó sin batería al poco.

El plan del día hoy, en principio, era Akihabara, Torre de Tokyo y Roppongi por la noche para salir de marcha. Por la noche, decidimos dejar Roppongi para salir de marchar el viernes.
Antes de partir nuestra aventura de este día, Tomoko habló con Yasuyo por teléfono y después me la pasó a mí ya que llega al día siguiente y me quería comentar también que nos quería llevar a un zoológico cuando estemos juntos en Hokkaido. Tenía que confirmarle si queríamos ir o no, porque dos amigas suyas se querían venir también. Finalmente le dijimos que sí, y dejamos este viaje pendiente para el marte de la semana siguiente.
Yendo para la estación de Mitaka para empezar el día desde el mismo punto de partida de siempre, nos cruzamos en el parque con el grandísimo Koichi Wajima -siete veces campeón mundial de boxeo de los pesos super wélter de los años 70-. Tomoko, le pidió que se hiciera una foto con nosotros ya que éramos fans españoles. Para hacerse la foto tuvo que interrumpir su trabajo de recoger papeles y suciedad del suelo y nos dimos cuenta de que le han golpeado demasiado fuerte en la cabeza durante toda su carrera.


Imitando el famoso Frogger Jump junto a su creador

Después de fliparlo por tener una foto con un campeón mundial, ya sí llegamos a la estación de Mitaka donde compramos nuestro billete hacia Akihabara. El plan era estar allí hasta la tarde y después ver la Torre de Tokyo.

Nuestra primera búsqueda en Akiba, fue la de los diccionarios electrónicos que por fín lo pudimos encontrar a un buen precio. Bueno, encontrar encontrar, tampoco, pero sí se consiguieron a buen precio gracias al buen hacer negociador de nuestra querida Tomoko, que rebajó hasta 8.800 yenes el precio y encima nos regalaron una funda para cada diccionario y unos Dvds diccionarios. Después de la mega compra del día, seguimos nuestro paseo por el barrio electrónico por excelencia. Ahí pudimos cruzarnos -y hacernos fotos- con alguna que otra Meido, fliparlo con los edificios enormes que inundan las calles de este barrio, ver algún que otro oso dando publicidad o saber que el hombre del Kentucky Fried Chicken era bético.

Junto al viejo del Kentucky, derrochando beticismo

Al rato, fuimos a buscar un sitio bueno para comer y como nos habían dado publicidad de un Meido Kissa quisimos probar. Un Meido Kissa es un bar donde las camareras van vestidas como sirvientas y que la gente -mayormente hombres en su gran mayoría salidorros- van para charlar un poco con las chicas que allí trabajan. Nosotros de hablar poco, sólo buscábamos un sitio cómodo y barato para comer y la verdad es que el local estaba de arte. Sillones cómodos, buena comida, gran cantidad y a un precio muy muy bueno. Sólo comimos allí Dani y yo -que pedimos Hamburguesa Teriyaki, que incluía ensaladilla rusa y gohan y yo pedí arroz con curry que estaba para chuparse los dedos-, ya que Julio y Tomoko decidieron ir a comer a un McDonald's. Dani y yo estábamos muy agustos allí hablando de nuestras cosas y con la barriga llena, cuando vinieron a por nosotros para seguir pateando las calles de Akihabara.

Después de comer, y para bajar un poco la gran cantidad ingerida, fuimos a una cadena de tienda que se llama Don Quijote, muy famosa en Japón y que venden absolutamente de todo y algunas cosas a buen precio. Este edificio tenía 8 plantas y bicheamos todas las plantas, una a una, encontrándonos en las primeras, tiendas donde se podía encontrar casi de todo y en las últimas un Game Center y una cafetería Meido. Rastreamos las tiendas de arriba a abajo, jugamos a unas cuantas partidas -a destacar las del Dance Dance Revolution con la "gran" actuación de Dani y mía, y la del Mario Kart donde jugamos los 3 una partida disputadísima hasta el final- y ya, por fín, salimos del edificio interminable.

Una de las grandes avenidas que pueden verse por Akihabara

Yo no quería quedarme sin visitar la enoooorme tienda que tiene Mandarake en este barrio y quedamos en separarnos para quedar una hora y media después todos juntos. Dani, Julio y Tomoko fueron a merendar y yo fuí solo a rastrearme el gran edificio del Manga y Anime de arriba a abajo. Encontré muchísimas cosas interesantes a un precio realmente bueno, pero el problema de sobrepeso de equipaje sobrevolaba en mi conciencia y tuve que dejar de comprar ciertas cosas con todo el dolor de mi corazón.

A la hora establecida nos volvimos a ver todos para abandonar Akihabara e ir en busca de la Torre de Tokyo. Tomoko llamó a su amiga Yuriko que salía de trabajar cerca y se ofreció a acompañarnos.

Llegamos a la estación de Shinbashi donde habíamos quedado con Yuriko -que no habla nada español pero habla en un japonés perfectamente entendible-, y nos pusimos a buscar la famosa torre que tantísimo se parece a la Torre Eiffel de París, pero con varias diferencias: la japonesa es de color rojo y blanco y mide tres metros más que la de París.

Dimos un pateo bastante grande para poder encontrar la torre, que llevábamos tiempo viéndola pero nunca la alcanzábamos. Cuando por fín dimos con ella, hicimos fotos pero no subimos porque costaba unos 1000 yenes subir al mirador y la cosa ya empieza a estar en economía de guerra.

Foto nocturna de la Torre de Tokyo

Yuriko, sabía de un edificio que tenía un mirador estupendo y era gratis ir, así que para allá que nos fuimos y subimos al mirador. Unas vistas espectaculares. Nos pusimos a hacernos fotos en una especie de balconcito con cristal de fondo pero hubo cierto acojone porque el cristal parecía que se vencía. También hay que destacar el ascensor de este edificio que subió 46 plantas en apenas unos segundos sin apenas notarse nada, sólo lo sabíamos por el número de plantas que marcaba y porque era exterior y veíamos como íbamos subiendo.

Después de fliparlo con las vistas que teníamos y de hacernos varias fotos fuimos a cenar, y esta vez tocaba Obento en un convini que había no muy lejos del edificio en el que nos encontrábamos. En este convini -de la cadena 7 Eleven- nos pasó una de las anécdotas del viaje. Me encontraba eligiendo comida y bebida para cenar esa noche cuando se me acercó uno de los dependientes y me preguntó muy emocionado señalando mi camiseta del Betis: "Betis, no? Yo es que también soy bético" -todo esto mezclando japonés con algo de español-, me señaló para que fuera a la caja donde él estaba trabajando y me dijo que su equipo era el Betis y empezó a decirme cosas como "Viva el Betis manque pierda" y "Mucho Betis". Después de cobrarme lo que compré para cenar, le dije que si se podía hacer una foto con nosotros y me dijo que esperara fuera. Le dije a Dani que sacara la bandera del centenario y cuando la vió el japonés, se emocionó más todavía. Hasta le dijo a Tomoko que estaba muy entusiasmado de habernos conocido. Nos hicimos varios fotos y nos despedimos con un "Musho Betis"

Tres béticos posando con la bandera del centenario, dos trianeros y un japonés

Pero aquí no terminaba las anécdotas de la noche, ya que justo al dejar de hablar con el japonés bético, se pusieron a hablar con nosotros dos chicos que venían desde Osaka hasta Tokyo en bicicleta -hay un paseito más que curioso- y resultaron ser fanáticos del fútbol también y nos hicimos fotos con ellos, aunque no sé si llearían muy lejos esa noche ya que llevaban un vacilón más que considerable.

Ya después de todo este ajetreo nos pusimos a comer lo que habíamos comprado para después despedirnos de Yuriko y volver a Mitaka cogiendo dos trenes que estaban llenos hasta la bandera y por lo tanto no podíamos sentarnos a pesar de tener las piernas cansadísimas, y para colmo nos quedaba la vuelta de la estación hasta casa en bicicleta.

A la llegada, duchazo más que merecido y a descansar que mañana hemos quedado con Yasuyo y antes queremos ir a Asakusa y después al Museo Ghibli todos juntos.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Día 8, A contrapelo

Día 8 de Octubre

Nos levantamos tempranito para aprovechar el día y desayunamos en casa de nuestra vecina Tomoko que nos preparó tostadas con café y zumo. Mientras desayunábamos vimos un episodio muy famoso de Star Trek doblado al japonés con el que tuvimos cierta guasa por el parecido de uno de los personajes con el Luisma de Aída. Haruka sigue llorando al vernos, pero cada vez menos. Planeamos el recorrido de visitar los siguientes barrios tokyotas: Shibuya -el barrio de Tokyo con más habitantes-, Harajuku y Shinjuku.
Repusimos fuerzas con el desayuno, y menos mal, porque nos esperaba un paseito en bicicleta hacia la estación de Mitaka con el que nos reimos muchísimo. En el trayecto pasamos por el parque donde está situado el Museo del Studio Ghibli -estudio de animación muy famoso creador de obras maestras como La princesa Mononoke, Mi vecino Totoro o La tumba de las luciérnagas entre otras- que visitaremos el viernes con Yasuyo. Cuando llegamos al aparcamiento de bicicletas -un aparcamiento muy curioso en el que dejar la bicicleta las 3 primeras horas es totalmente gratis y un día entero tan sólo cuesta 150 yenes-, Tomoko se dio cuenta que no llevaba el monedero y llamó a su madre para que se lo acercara con el coche.
Ya sí cogimos el tren hacia Shibuya y cuando llegamos a esta estación había una promoción de Panasonic que dejaban probar la nueva máquina de afeitar que habían sacado al mercado. Julio, que llevaba unos cuantos días sin afeitarse, decidió probarla tras el "empujoncito" a hacerlo de Dani y mío. Antes de lanzarse a afeitarse, vimos a dos de los que conocimos en el vuelo de ida que nos dijeron que habían quedado con Ernesto -el tercero que conocimos- a las 6 en la estatua de Hachiko -perro famoso de una leyenda de Shibuya-, pero no pudimos acudir a la quedada.
El momento del afeitado de Julio fue digno de verse. Tomoko se reía muchísimo y no paraba de echar fotos, Dani lo grabó en vídeo y las azafatas del stand estaban ya un poco cansadas de nosotros ya que Julio tuvo que usar hasta dos maquinillas porque aquello no tiraba ni a contra pelo. Tras media hora de lucha de Julio, con media cara echá abajo y la otra media todavía llena de pelos, decidimos irnos no sin antes dejar constancia de nuestra pasada por allí haciéndonos una foto con las azafatas que tanto nos habían aguantado.


Julio tapándose el destrozo que se había hecho en la cara

Al salir al exterior vimos que el tiempo estaba un poco nublado y ya al poco se puso a llover. Nos hicimos fotos con Hachiko -el perro símbolo de la ciudad-, con algunos de los edificios famosos de Shibuya y después de mezclarnos con la gran cantidad de gente que había por las calles hicimos algunas compras antes de pasar por un Club Sega. Justo al lado había un Book-Off -tienda de segunda mano- y aproveché para buscar un libro japonés titulado Ryûji que trata de un japonés futbolista que llega a jugar en el Real Betis. Con la inestimable ayuda de Tomoko, conseguimos encontrar el libro y comprarlo por tan sólo 350 yenes.
Ya después de esto sí fuimos a comer, esta vez la comida elegida fue Okonomiyaki, una especie de tortilla-pizza que se puede combinar con los ingredientes que uno quiera. Esta comida es muy famosa entre el mundo friki, ya que salía mucho en la serie Ranma 1/2. Sólo comimos Tomoko, Dani y yo, ya que Julio no se veía capaz de comer eso y ya después almorzó Nuggets en un McDonald's. Eso sí, se perdió una comida deliciosa ya que el Okonomiyaki estaba realmente bueno y llenaba muchísimo.


Julio y Tomoko posando con la famosa torre 109 de Shibuya de fondo
Ya habiendo comidos todos, seguimos dando nuestro paseo por la zona de tiendas y entramos en una de las tiendas de la cadena Condomania -supongo que no necesito explicar lo que allí se vende, no?- para ver si veíamos algún condón gracioso o de alguna serie Manga. Y así fue, encontramos menos de lo que esperábamos, pero vimos algunos muy gracioso y curiosos como los que terminaban en un busto de Spiderman o del mismísimo Pikachu.
Ya habiendo terminado de ver un poco lo que es el ambiente de Shibuya, fuimos hacia nuestro segundo destino del día: Harajuku para pasar por el parque Yoyogi. Este parque es muy famoso porque suelen venir mucha gente a la puerta disfrazada para que la gente se haga fotos con ellos. También vienen grupos o cantantes a que la gente les escuche, pero esto suele ser más bien los domingos, así que sólo encontramos un grupo que hacía sus pinitos en la puerta del parque sin mucho éxito de público. En el camino, vimos que estaban grabando una especie de sketch o reportaje sobre un duo cómico muy famoso en Japón. Julio también aprovechó para preguntar precio de iPhone pero en Japón sólo venden con contrato, así que se fue con las manos vacías.
Ya era un poco de noche y nos íbamos hacia Shinjuku, que lo habíamos dejado lo último porque merece mucho la pena ver de noche sus espectaculares luces y carteles, pero antes de irnos Tomoko recomendó que pasáramos por una calle muy famosa de allí: Takeshita, donde hicimos algunas compras como unas sudaderas con mensajes graciosos en japonés.


Dani, Julio y Tomoko posando en la entrada de la calle Takeshita
Ya después de recorrernos la calle de arriba a abajo, sí fuimos hacia Shinjuku donde Julio llamó a un amigo español con nombre iraní: Amir. Amir lleva un tiempo viviendo en Japón y se conoce bastante bien este barrio así que nos llevó a un buen sitio para comer donde degustamos Sukiyakiudon -sopa de fideos con carne, buenísima- y Negitoromagurosakedon -varios tipos de pescado crudo con base de arroz-. Dani no cenó nada porque seguía lleno del Okonomiyaki.

Julio con su bol de arroz y pescado y yo con mi sopa de fideos
Después de una buena cena, seguimos con nuestro paseo por este barrio tan movido como es Shinjuku, donde pudimos ver gran variedad de tipo de gente y nacionalidad. El paseo dio para hacer un poco de todo y hasta visitamos un santuario sintoísta que hay en este barrio.
No queríamos volvernos sin tomarnos algo juntos para charlar un rato y Amir quiso llevarnos a una cafetería donde según él ponen el mejor café que se puede tomar en Tokyo, ya que aquí el café no es bueno, todo sea dicho, pero ya estaba cerrado y tuvimos que conformarnos con entrar en otra cafetería que no era tan buena pero se estaba bien aunque era un poco caro.
Una de las vistas nocturnas de Shinjuku

Charlamos durante un buen rato y ya sí nos volvimos hacia Mitaka. Al llegar a Mitaka tuvimos que volver a imitar a Pancho y sus amigos de Verano Azul y volvimos hacia casa en bicicleta tuviendo que aguantar un poco de lluvia pero que no nos impidió llegar sin problemas.

Ya en casa, duchita, un poco de ofuro y a dormir que todavía nos quedaba mucho Tokyo por ver y disfrutar.

martes, 14 de octubre de 2008

Día 7, Destino: Tokyo

Dia 7 de Octubre

Nos levantamos con el agobio de no pasar apuros con las maletas ya que pesaban muchísimo. Juaki nos acompañó a desayunar a una cafeteria diferente a la de los otros días y estando allí llamó a un taxi para que nos llevara a la estación con las maletas que pesaban lo suyo. Nos despedimos de Juaki y Dani y yo cogimos el tren que nos llevaría a la estación donde nos esperaba Julio, que "gracias" a los cálculos de Saki, llevaba esperándonos más de media hora. Sin ningún japonés que nos guiara en nuestra aventura, nos montamos en el Shinkansen -tren bala- que nos llevaba hacia Tokyo donde habíamos quedado con la señorita Okada Tomoko.
El problema en el tren era dónde dejar las maletas, ya que eran demasiado grandes, demasiadas en número, y demasiado pesadas. Nos ayudó uno de los encargados del tren y dejamos las maletas atrás del todo del vagón. El hecho de que en Japón no temas que te puedan robar nada, ayuda a hacer cosas así lo más tranquilo posible. Por lo demás, tuvimos un viaje sin problemas en el que nos regalaban una bebida y aprovechamos para hacer cosas con el portátil y ver el paisaje que íbamos dejando atrás al ir acercándonos a la capital del país nipón.

Una de las vistas que pudimos ver en el tren en el trayecto Nagoya-Tokyo

Tras dos horas y media de traqueteo ferroviario, llegamos a Tokyo y en ese mismo momento llegaba Tomoko a recogernos. Saludos, besitos y otra vez a buscarle sitio a las maletas. De nuevo nos dimos cuenta que no entraban en las Coin Locker y tras la experiencia de Nagoya buscamos el departamento del centro comercial donde se podían dejar las maletas sin problemas y sin pagar nada. Las dejamos allí y a dar una vueltecita por el centro comercial. Tomoko, sabiendo de mi afición al Manga y animación japonesa, me quiso llevar a una calle de los bajos del centro comercial donde había tiendas de Ghibli, de cadenas de televisión japonesas, y sobre todo la Jump Store donde venden merchandising de las series publicadas en la Shônen Jump -Dragon Ball, One Piece, Rurouni Kenshin,...-, y en esta sí fue donde me dejé un poco del dinero que llevaba encima comprando varias cosas como una taza preciosa de Kenshin, un poster genial de Slam Dunk y un par de cosillas de mi serie favorita, Dragon Ball.

En la puerta de un Pachinko, intentando darle un beso en la mejilla a la querida Rei Ayanami

Después del desembolso importante, fuimos a buscar alguna tienda de comida para llenar el estómago. Era difícil elegir, porque en Japón hay una gran cantidad importante de tiendas de comida -en gran parte de pastelería- en los centros comerciales y en las estaciones, y todo tiene una pinta tremenda. Después de patearnos un poco las calles limpísimas y rebosantes de olores deliciosos, entramos en una cafetería a tomarnos sandwich, pasteles y refrescos para reponer un poco las energías.

Después del tentempie y charlar un rato, quisimos salir al exterior para empezar a conocer Tokyo y respirar un poco de aire fresco. No nos alejamos mucho de la estación porque los padres de Tomoko querían cenar con nosotros y aparte, teníamos hora límite de recogida de las maletas. Así que aprovechamos para ver algunos edificios cercanos y pasear por la orilla del lago que hay por el barrio de Ôtemachi. En este lago hay carpas de colores enormes y tortugas que se acercaban a nosotros para sacar la cabeza y saludarnos. También pudimos ver un gran número de patos blancos, algunos bastante grandes. El tiempo estaba regulín y amenazaba con descargar gran cantidad de agua. En el lago este, ese mismo día, un guiri se bañó desnudo y en principio, las noticias dijeron que era español, pero después resultó ser un británico que vivía en España. Varias amigas nuestras -Saki y Yasuyo-, sabiendo que ese día estaríamos por allí, llegaron a pensar que podríamos haber sido uno de nosotros...

Dani, Tomoko y yo, con el lago en cuestión de fondo

Sobre las 6:30 o así, fuimos a por las maletas ya que nos esperaban los padres de Tomoko para conocernos y cenar juntos. Llegamos al sitio elegido para cenar y cuando vimos la escalera enooorme que teníamos que subir cargando las maletas, nos temblaron las piernas. Con esfuerzo y ayuda subimos y quedamos encantados con el lugar donde íbamos a cenar. El restaurante tenía habitaciones individuales y en la nuestra ya estaban los padres de Tomoko, su hermana y su lindísima sobrina Haruka, de un añito y medio. Haruka se asustó al ver tantos extranjeros juntos -o eso queremos creer jajaja- y empezó a llorar y no podía estar en la mesa con nosotros. Poco a poco se fue acostumbrando a nuestra presencia y acabó dándole besitos a Dani y llorando al irse.

Toda la familia de Tomoko es muy amable y hacían todo lo posible porque estuviéramos mejor que bien. El padre hablaba más con nosotros y descubrimos en él un auténtico artista ya que es muy simpático y hacía muchas bromas, mezclando japonés e inglés de forma muy graciosa. La madre miraba porque no nos quedáramos sin comer y nos ofrecía comida cada dos por tres. La comida estuvo genial y variada: Tenpura -verdura y gambones rebozados y fritos-, Sashimi -pescado crudo- y Shabu Shabu. Este último plato fue el descubrimiento de la noche. Ninguno de los españoles que habíamos en la mesa lo habíamos probado antes y todos quedamos encantados. Son filetes de carne que hay que cocerlos en una olla que te ponen en la mesa con su hornillo, y se mezcla la carne con verdura y cebolleta. Al estar ya cocida la carne, se empapa en una salsa y se come tal cual. Sencillamente delicioso. Recomendado a todos los que leen el blog y les encanta la comida japonesa, aunque debe ser difícil de encontrar en España.

Cenando con la familia Okada, antes de dar buena cuenta del Tenpura

Después de una cena riquísima y muy distendida, fuimos a casa de Tomoko en dos taxis, donde en uno iba su madre y las maletas, y en el otro, nosotros tres + Tomoko. Su padre se quedó un rato más en el restaurante echándose un traguito.

Cuando llegamos a nuestro nuevo hogar, lo flipamos al ver el sitio que teníamos. Una pequeña casita justo al lado de la de Tomoko -es más, una de las puertas daba al cuarto de la hermana-, donde había de todo: suelo de tatami, ducha con ofuro, cocina, frigorífico, televisor, futones,... Sólo había una pega, nada de Internet, pero bueno, no se puede tener todo jajaja

Aprovechamos para ordenar un poco las maletas y darnos nuestro primer baño de ofuro para después dormir por primera vez, en suelo tokyota.

lunes, 13 de octubre de 2008

Día 6, los chicos del siglo veinte

Día 6 de Octubre

Nos levantamos y Juaki nos metía prisa para irnos porque tenía una reunión de trabajo. Salimos pensando que él saldría con nosotros por la prisa que nos había metido pero él se quedó en casa. Seguimos sin saber por qué nos hizo darnos prisa si después se quedó allí...
Después de eso, Dani y yo fuimos solos a la estación y no nos daba tiempo a desayunar así que compramos en un combini pasteles y zumos. Una mujer muy amable nos quiso ayudar en la estación y establecimos una pequeña conversación mezclando español, italiano y japonés. Cogimos el tren sin problemas y llegamos donde nos esperaban Saki y Julio. Lo primero que hicimos fue sacar el billete de tren -Shinkansen- para ir a Tokyo. Lo sacamos para el día siguiente por la mañana y nos costó unos 7.900 yenes -sólo ida-. Después de esto, quisimos mirar diccionarios electrónicos y fuimos a una tienda donde no estaban mal de precio pero como todavía nos quedaba ir a Akihabara -el barrio electrónico por excelencia- dejamos la compra para más adelante.
El tiempo se nos echó encima ya que después teníamos planeado ir al cine a ver la película 20th Century Boys -20 Seiki Shônen- y esta vez no se nos podía pasar la ocasión. Para no perder tiempo comiendo decidimos comprar obento -comida para llevar, preparada en una cajita, muy típico de Japón- y llevarlo para el cine. Dani y yo compramos Obento con Karage -pollo frito que estaba buenísimo-, y además llevaba fideos, arroz y una pequeña ensalada. Para beber, Coca-cola en una botella-lata.
Con la comida comprada nos dirigimos hacia el cine Picadilly y lo primero que hicimos fue cambiar las entradas, ya que las que teníamos era para usar en el mes en cualquier película, hacernos un par de fotos con el cartel de la película, comprar palomitas y preparar el cuerpo comiendo el obento. Saki nos dijo que era normal comer en el cine pero a nosotros no nos parecía muy normal, pero bueno, si ella lo dice que es japonesa...

Antes de entrar en la sala, posando con el cartel de la película

Vimos la película que duraba dos horas y media, en japonés a pelo, y al terminar los títulos de crédito y ver el trailer de la segunda parte -es una trilogía-, el único que aplaudía en la sala era yo. Me encantó la película. Está basada en un Manga que me gusta mucho y que me ha tenido enganchado durante mucho tiempo, así que ver en pantalla grande y hechos en carne y hueso, a unos personajes que has estado leyendo durante mucho tiempo -y todo tan bien hecho y respetando tanto a la obra original- pues llega a emocionar a un friki como yo. Al salir, con el subidón en el cuerpo, me compré una revista sobre la película que vendían en el mismo cine y comentábamos qué nos había parecido. En líneas generales, todos teníamos una opinión bastante buena.

Más tarde fuimos a Osu, que es el barrio electrónico y un tanto friki de la ciudad de Nagoya. Visitamos un santuario sintoista que vimos justo al llegar, donde Saki y yo pedimos un deseo por el ritual tradicional de echar moneda, dar dos campanadas, dos palmadas, pedir el deseo y de nuevo dos palmadas. Siguiendo el paseo Dani y Saki compraron unos batidos helados que estaban realmente buenos y a muy buen precio -300 yenes- y seguimos viendo tiendas. Vimos una promoción de un Manga Kissa -una cafetería donde puedes conectarte a Internet, y puedes comer, beber, leer Manga, ducharte y hasta dormir allí- donde por 300 yenes la hora tenías tostadas y bebidas ilimitadas. Lo dejamos pendiente para cuando volvamos a Nagoya, que será en los últimos días del viaje.

Yo quería entrar en Mandarake -una cadena de tiendas de Manga y frikadas, muy famosa- así que quedamos con Saki a una hora en la puerta y ella mientras se fue a ver tiendas de ropa. Al salir, seguimos viendo más tiendas de ropa y fuimos a cenar.

Para cenar, después de buscar mucho, dimos con un buen restaurante en la última planta de un centro comercial, donde Julio cenó pescado a la plancha, Dani arroz con pollo frito -pero estaba tan cansado que ni podía comer, así que yo me comí casi todo su plato-, y yo pedí menú con Oyakodon -base de arroz blanco y arriba revuelto de carne de pollo, huevo y cebolla, muy muy rico-, Sopa de Miso y hasta me atreví a probar Natto -soja fermentada que huele fatal y sabe un poco raro, a muchos japoneses les asquea y a los extranjeros es muy raro que les guste-. Probé muy poco, pero la verdad es que no me disgustó. Mientras cenábamos Saki llamó a Juaki para ver si estaba en casa y poder ir hacia allí, le dijo que sí y después de cenar nos despedimos de la parejita y fuimos hacia el hogar del amigo del Yuyu.

Al llegar, fuimos duchándonos y preparándo las maletas para irnos a Tokyo al día siguiente. También aprovechamos para darle los regalitos al Juaki por habernos dado alojamiento en estos primeros días de nuestro viaje a Japón. Le gustaron los regalos pero nosotros estábamos demasiado agobiados con el equipaje ya que no conseguíamos meter en nuestras maletas todo lo que teníamos. Al final, con esfuerzo y paciencia se consiguió pero el problema llegaría al día siguiente con el peso, aunque eso es otro tema. Eso sí, el Juaki se hartaba de reir viendonos sufrir... Entre una cosa y otra nos acostamos a las 3 y al día siguiente teníamos que estar a las 8 en planta que nos esperaba Tomoko en Tokyo, así que si quereis leer nuestra llegada a la capital japonesa, deberéis seguir atentos a este blog jajaja